sábado, 7 de septiembre de 2019

El siervo del heredero

            *Hola, soy yo, el autor. Quizás os suene este relato, y tenéis toda la razón porque este es un relatito que escribí en twitter, peor que me ha gustado tanto que me da pena olvidarlo. Espero que lo disfrutéis y que os lo paséis bien*


¿Por qué el viento siempre me ha olido a podredumbre mientras otros notaban el jazmín de su ropa recién lavada? ¿Por qué mis labios siempre han notado el plomo de la carne en lugar del dulzor de la salsa? ¿Por qué detesto el vals, pero nada me detiene al escuchar el duduk? ¿Quién soy? Ya ni lo recuerdo, solo veo imágenes que varían con la misma facilidad que el viento. Cada pensamiento es una aguja en mi cerebro, una cadena que constriñe mi ser. Nada permanece en mi mente, todo lo que me rodea es efímero. ¿Tuve una misión? Eso me resulta conocido.
Sí, eso permanece, eso es constante. Es la única memoria que, como el cristal al caer en el suelo, no se fragmenta, no se rompe en miles de pedazos. Recuerdo una noche lluviosa, un hombre sin paraguas, unas pastillas, unas mariposas en hipnótico vuelo... ¿Emperadores púrpuras? ¿Por qué habría mariposas en una noche de lluvia, lejos del calor y la alegría del sol? ¿Por qué me rodean? ¿Quieren hacerme daño? No, esto no puede estar bien, todo esto es un sueño. Intenta recordar lo que realmente pasó. Oigo música suave, unas flautas que llenan la calle.
Ah, sí, es la calle real. Qué hermoso es el grito de felicidad de los niños, los jóvenes que procesan canciones de amor. Alguien me acompaña, cuatro amigos... No, no son amigos. ¿Aliados? ¿Conocidos? No. Algo nos une, eso es todo, pero no hay camaradería entre nosotros. Están sacando algo de sus bolsillos. Oh, por todo lo que es sagrado, ¿qué es esa cosa dantesca? Noto como si me fuera a desmayar ante una visión deleznable. Por favor, guardad ese broche, me siento desfallecer, no puedo soportarlo. Pero, por qué... ¿por qué tengo uno idéntico? ¿Por qué mis compañeros no hacen nada si ven que sufro? ¿Es que acaso no podéis verme, no veis que no puedo seguir con algo tan horrible? ¿Por qué no me hacéis caso, por qué ignoráis mi desesperanza? Ah, ahora lo entiendo, vosotros os sentís igual, ¿no? Todo tiene sentido ahora.
Oigo de nuevo el aleteo de mariposas por mis recuerdos. Qué joviales suenan, quizás estén alegres. Claro, aquello debió suceder en primavera, ¿o fue en invierno? Espera, ¿las calles estaban limpias o cubiertas de nieve? No logro recordarlo, puedo notar una grieta en mi memoria. Otro salto, eso es lo que necesito. Sí, un nuevo salto con el que escapar y olvidarme de mis roturas. Estoy dentro de un apartamento, sucio y abandonado. Las paredes están llenas de humedad y el olor a carroña lo inunda todo. Yo estuve aquí antes, aquel hombre deforme me trajo. Yo no hice nada malo, tan solo esperaba a un informante en mi piso, lo juro. No recuerdo cómo llegó la pistola a mis manos, ni cómo acabé en las calles de Chicago cubierta de sangre. Hubiera sido mi fin si hubiesen descubierto la verdad, ¿qué otra cosa podía hacer salvo ceder? Recuerdo unas palabras grabadas en mi cerebro. Me piden que busque, que elimine su rastro. Mi compañera grita, hay algo en la bañera que acaba de encontrar. Dios mío, hay algo hundido entre las aguas negras, y ese anillo dorado... voy a vomitar. El teléfono, debo ir al teléfono.
Al fin suena el teléfono y mi memoria viaja a ese instante. Mi camarada lo coge, todos están expectantes de la llamada. ¿Qué demonios os pasa? ¿No veis que el cable está cortado? Nadie va a hablar por él. La voz que oís no viene del dichoso chisme, vive en vuestros pensamientos. Puedo oír la voz. Sus palabras nacen muertas, pero puedo oírlas al igual que todos. Date la vuelta, ese ser está ahí junto a la cabina telefónica. Ahí no hay nada más que un teléfono, jamás existieron las cámaras suicidas, todo es un sueño. Por favor, hacedme caso, escuchadme.
Puedo verle desde la ventana. Está ahí, no tienes que esperar a que te lo diga, está ahí. Os está sonriendo, no me gusta ver sus dientes negros y su piel amarilla de gusano. Sé que quiere que le obedezcamos, pero no tenemos por qué. Algo malo nos ocurrirá, estoy segura de ello. Todo se queda quieto, como una caja de música a la que le falta cuerda. No me encuentro bien, algo asoma en mi mente, algo amorfo y sin propósito. Tengo miedo, me siento paralizada de horror. Noto el olor a incienso, las flautas suenan con fuerza. ¿Qué es esta onírica melodía?
Qué notas tan bellas, es imposible que las manos imperfectas del ser humano puedan crearlas. ¿Serán cantos de ángeles que me llaman al cielo? Quizás esté muerta y el divino me reclama a su lado. Que luz tan cegadora, y qué aguas tan claras. Es hermoso. Sencillamente hermoso. Ahí estáis, aladas amigas. ¿Vosotras también sois santas adalides? ¿Por eso me habéis seguido en el laberinto de mi psique? ¿Qué? No os marchéis, no me dejéis solas. El incienso está subiendo, me envuelve, noto como llena mis pulmones. No puedo respirar. Basta. He dicho basta.
¿Dónde estoy ahora? Parece... una comisaría. Aquí fue donde vinimos tras las órdenes. Las órdenes, sí, las órdenes, pero ¿cuáles eran las órdenes? No recuerdo haber entrado en este edificio de blancas fachadas, ¿o acaso eran rojas? Demasiadas preguntas, me siento desfallecer. Me habla, veo cómo mueve los labios, pero no oigo nada. Es una voz muda, pasada por los paños de mi mente rota. Qué ser más desagradable, esa piel amarillenta me enferma. Cree que sirve a alguien y que nosotros somos sus súbditos. Ha dicho algo de una corte, no entiendo nada. Está frente a mí, pero también está en el manicomio. Me sonríe con cada palabra y grita mientras pasa la afilada hoja por el cuello de un joven. Llora con lágrimas de inocente, pero sus manos también están manchadas de sangre, con la sangre del hombre en el laboratorio. Mi corazón desea parar del espanto, no entiendo qué está pasando. Quiero matarlo, exiliarlo del mundo en el que nací, pero no puedo. Hay algo en su cuello, una llave recogida en una cadena de plata. ¿Qué es esa llave? ¿Por qué el frío metal me está llamando? Mariposas, salvadme.
Los inciensos me cubren mientras mis compañeros gritan de horror. El hombre pregunta algo, yo asiento. Parece que le ha agradado mi respuesta. Mis camaradas vuelven junto a un policía, y el ser amarillento le susurra: "La flor de lis es plateada salvo cuando es teñida de sangre". El policía se queda mudo y huye del lugar, mi mente vuelve a ser víctima del humo tibetano y abandona el gran edificio. La luna brilla en lo alto y las aves nocturnas le dan la bienvenida. Mis compañeros llevan acero en los bolsillos, y el policía lo porta en sus manos muertas. Todo ocurrió hace mucho tiempo. Él era joven, su amigo también. No se dieron cuenta de lo que conllevaba su amor, y por ello tuvo que apretar el gatillo cuando su père se lo pidió. Por eso huyó de Francia. Por eso yace en su apartamento con una bala en la cabeza.
Hay algo que no va a salir bien, lo presiento. Malditos seáis hados caprichosos y dioses que jugáis con mi destino, ¿por qué me regaláis la memoria y me la quitáis como si fuera el juguete de un niño? ¿Acaso no soy más que eso para vosotros, un juguete al que hacer sufrir? ¿Qué pasará si no cruzo esa puerta? ¿Volveréis a mandar una nube de incienso para que me rodee, o acaso la música de las flautas ensordecerá mis oídos de nuevo? Ya me da igual todo, mandad a vuestras servidoras diminutas para que hagan la tarea que sois incapaces de hacer. Estoy cansada, demasiado cansada. Mis piernas cederán en cualquier momento y jamás podré levantarme. No abandonaré jamás el laberinto que son mis recuerdos, ni volveré a ver la luz del sol. Estaré encerrada por siempre, y solo me quedará la soledad como única compañera. ¿Ahora os posáis sobre mí, queréis tomar posesión de mi cuerpo antes de que caiga? Entiendo, supongo que tenéis razón. Daré el último paso, veré cuál es la pieza que falta en este horrendo rompecabezas, pero no prometo que siga más allá. No estoy segura de que sea capaz.
Es un hermoso cabaré. Las mesas están llenas de risas, casi ocultan a la orquesta, y él está ahí. Posado en lo alto del escenario, sin camisa ni chaqueta, iluminado solo por la luna que pasa por el agujero del techo, y acompañado del sonido de las goteras y la madera que cruje. Quiero preguntarle algo, pero Jacqueline es más rápida, siempre es más rápida. También fue la más rápida en aquel almacén y también fue la más rápida en acudir a Wilde para huir de la justicia. Ella fue la primera en ser elegida, y ahora era la primera en terminarlo todo.
El cadáver cae ligero como una pluma y, al tocar la madera, se transforma en miles de mariposas que envuelven el escenario. ¿Por qué estáis rebuscando en la nada, no habéis visto la nube en que se ha convertido su carne? Jamás vais a encontrar la llave, él nunca la tuvo. La llave está arriba, la llave es... es el cadáver que había arriba. Sí, eso es. La llave estaba arriba, entre las velas de ónice y los símbolos de sal. Ahora lo recuerdo, lo recuerdo todo. ¿Recordáis al loco cubierto de túnicas? ¡Él era la llave, era lo que teníamos que buscar!
Ahora todo es claro como las aguas de un estanque. Recuerdo las pastillas que tomamos, las deudas que saldamos. Yo no disparé la bala, fue él mismo bajo las órdenes de Wilde. Puedo verlo, puedo ver el puñal que corta la garganta del malforme y el exiliado que mata a la llave. ¿Es que no lo entendéis? Todo esto es su culpa, su mano ha creado los ríos que desembocaron en el mar que es nuestro destino. Somos libres, ¡libres he dicho! Ni las mariposas ni el incienso podrán tocarnos, ya nada debemos temer. Y ahora que soy libre, ¿cómo puedo salir de aquí? No, no, no, no. ¡No! ¡Esto no tiene sentido, nada tiene sentido! ¡Matamos al asesino de Hildred, matamos al que traicionó al rey en su corte! ¿Por qué sigo encerrada en mi mente? ¡Ya he cumplido mi misión, ya he saldado mi deuda! ¿Qué... Qué es esto? ¿Qué es esta habitación?
No hay puerta, ni ventana ni salida por la que huir. ¿Dónde estoy y... quién eres tú? ¿Castaigne? ¿Qué haces aquí? Te asesinaron en el manicomio después de que matases a WIlde. Estás muerto, igual que tu primo y su prometida. Les he visto, he visto su anillo flotando en el agua.
¿Qué? No entiendo nada, ¿qué dices de cuerdos y locos? ¿Qué dices sobre reyes y plebeyos? Por favor, para. Estoy asustada, no puedo seguir aquí, déjame abandonar este lugar. Tú también puedes huir. Quítate las túnicas y la corona, no la necesitas, no son reales, fue una ilusión. ¡Escúchame, hazme caso en vez de ignorarme como todos los que me han ignorado! Podemos huir, volver al mundo al que pertenecemos. No quiero cruzar ningún puente ni viajar a ningún lago. No quiero nada de eso, yo no soy nadie. ¡Rapido, las mariposas me vuelven a rodear! No... No son mariposas, ¿qué... qué son estás cosas? ¡Apártalas de mí, Hildred! ¿Por qué dices que son cómo yo? ¿Sirvientes? ¡Yo no sirvo a nadie, yo no soy nadie! ¡Aquí no hay nada, Hildred, cállate de una vez! ¡No veo ni un solo libro a mi alrededor, esto no es una biblioteca!
Hildred, yo... yo... no sé qué creer y qué rechazar. Ayúdame antes de que mi mente se rompa en mil pedazos. Guíame. Enséñame. Oh, ahora lo veo todo claro. Sí, veo los tomos antiguos de Celaeno y a los byankhees que recopilan el saber desde más allá del firmamento. Veo soles gemelos que me llaman para reposar en las aguas que calientan, y veo a la hermosa Carcosa refulgiente de vida, amor y gozo. Pero por encima de todo, le veo a él, y es él quien ha conjurado la macabra mascarada, no Wilde o Schules. Ahora veo, Hildred. Ya no estoy ciega.
Sí, estoy lista, te acompañaré si me lo pides. Entiendo por qué no estoy junto a ellos, yo tenía un papel más improtante que cumplir. Ahora me ligo a ti, Hildred Castaigne, y prometo lealtad a la dinastía de Carcosa y al heredero de Hastur, y servirte hasta que Aldebarán muera.
Resultado de imagen de the king in yellow

No hay comentarios:

Publicar un comentario