miércoles, 17 de junio de 2020

Hotel California

Disclamer: Partida de rol de Apocalypse World según uno de los personajes. No me acuerdo de todos los detalles, pero más o menos la partida es tal y como se relata. Esto da para una peli española que dejaría a la altura del betún a Acción Mutante.

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Pude apreciar como mi querido, con el que compartía cama en ese puto erial, estaba preocupado. Las caladas largas lo delataban. Él era Serpiente, el jefazo de Hotel California, una comunidad asentada en un antiguo hotel en un lugar desértico. ¿El por qué él es el jefe? Ni puta idea. El caso es que yo era su zorra. Era lo que importaba en aquel momento.

— Cariño, ¿qué sucede? —le pregunté.
— Nada, Roxanne, querida —me mentía. Volvió a dar otra calada a esa mierda que fumaba y que le dejaba un aliento horrible. Al rato, abrió la boca y habló pausadamente—. Son esos eunucos y Destello. Me incomodan. Creo que traman algo.
— ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
— No, no quiero ponerte en peligro. Sólo han ido desapareciendo algunas cosas.
— Cariño, no me pones en peligro. Yo soy el peligro —bromeé.
— Lo sé —me respondió mostrando las marcas de uñas que le dejé en el pecho. Parecía reconfortado.

De repente, del armario, cayó el muy imbécil de Adam. Puto enfermo. Siempre jodiendo los momentos. ¿Por qué cojones iba vestido con ese traje de licra negro que ni le dejaba ni una porción de piel al descubierto? Si es que al muy enfermo le molaba frotarse a todo, hasta a mi Serpiente. Pero no podía decir nada porque era su mano derecha. Por poder moverse tan bien en la Vorágina Psíquica. Para el colmo llevaba esa mano con el guante que hacía que sus dedos pareciesen pollas. Y yo no paraba de verla porque siempre quise saber qué podía hacer con ella. Hasta me ponía tonta de imaginarme las guarradas que podría hacerme.

— ¡Joder guante-pollas, vuelve al armario! —le grité.

Al día siguiente, me despertó los gritos de Serpiente. Tenía que cargarme ese puto altavoz. Busqué mi tanga y me lo puse. Él estaba en el balcón con sus calzoncillos y sus botas tejanas. Exasperado, obligó a todos los habitantes de la comunidad que fueran a la piscina, bueno, al hueco de la piscina.

— ¡A ver! ¿¡Quién cojones me ha robado!?

¿Robado? ¿Quién fue el imbécil que se atrevería a ello? Observé detenidamente a esos idiotas y mis ojos se desviaron a Scuak. Parecía muy nervioso. Bueno, al menos más nervioso que los demás. Los moteros de la banda Black Scorpions parecían tranquilos. Cualquier subnormal se atrevería a culparles a ellos por ser los nuevos de allí, pero lo cierto es que era una banda muy disciplinada y nunca dieron problemas.

Tal era su cercanía a Serpiente, que Ace, su líder, envió a dos de sus hombres a por él. Serpiente valoraba mis palabras y si yo, su zorra, decía que Scuak sabía algo, es que debía saber algo. O no, pero a base de ostias uno es capaz de escupir cosas que uno mismo no sabía.

El muy subnormal era el "tío" de unos mellizos eunucos de la banda de Destello. Eran unos putos muertos de hambre que vestían de taparrabos y no tenían ni un puto pelo en su cuerpo. Eran tan cortos de miras que tenían como misión o lo que fuese, conseguir plantar algo en el desierto. ¡Entre arena! ¡Y sin apenas agua! Y Destello era su líder espiritual.

Scuak acabó confesando su colaboración con los sectarios. Les había proporcionado, entre otras cosas, un generador. Pero a Serpiente lo que realmente le importaba, era lo que le habían robado de su caja fuerte. La que había detrás del vinilo de Hotel California, nombre con el que se bautizó la comunidad. No quiso entrar en detalles, pero una vista rápida de Adam en la vorágine, descubrió que allí tenía cajas con libros y una foto en la que aparecía Destello con alguien más que no pudo llegar a ver.

Skeeper preparó su Exterminador, su autobús fortificado, para salir de inmediato tras Destello. Y tras su pelvis. Serpiente quería ver qué cojones era: hombre, mujer o qué demonios. El jefe también nos permitió elegir el castigo a Scuak, un castigo que fuese ejemplar.

Y así fue. No sólo los Black Scorpions saquearon todas sus cosas y las de su bar. Le dije a Skeeper que colgara a ese hijo de puta boca abajo con la cabeza cerca del tubo de escape. Se iba a hartar a chupar de su mierda, porque cuando no había gasolina, había dicho Skeeper, la mierda que servía en su bar tiraba bastante bien.

El mano-pollas de Adam vendría con nosotros. Era perturbador. No ayudaba verlo con ese abrigo largo por encima de su traje de licra negro.

También vendría Ace, el líder de los Black Scorpions y Skeeper, el conductor.

Fuimos tirando por la dirección que nos indicó Scuak antes de colgarlo. Al rato, nos topamos con uno de los eunucos. Bueno, más bien, nos topamos con su cabeza. Al muy lo habían enterrado en la arena. Parecía desmayado.

Decía que era un sacrificio al sol y que no se lo tapásemos. Me iba a oír. Me puse delante y le di sombra. Los demás intentaron sacarle algo, pero no pudieron sacarle nada. Me senté sobre su cabeza palpitante sobre la que se estaban formando ampollas al estar quemándose con el sol y el castrado se volvió loco de sexo. Me incliné y le miré su asquerosa cara.

Estaba dispuesto a hablar con su voz de niña, la misma voz que tenían todos ellos, pero quería "probarme". Adelante, dije. Inclinó su cabeza marcándonos la dirección que siguieron y ahora debía devolvérsela. Pedí a mis compañeros que subieran al bus y que nos dejaran a solas.

Me quite una de las botas que me llegan hasta la rodilla y le metí mi pie en su boca. El muy cabrón chupaba como si aquello fuese un pirulo. Me lo dejó limpio, limpio. Y quería más. Le ate los ojos con un trozo de tela y le dije que esperase. Bueno, realmente no podía irse de allí, pero ya me entendió. Subí al bus y pillé un trozo de chatarra oxidada, astillada y puntiaguda y se la metí en la boca. Que chupase ahora. Luego me oriné sobre su calva quemada. Por la cara que pusieron mis compañeros, nunca antes habían oído a un tío chillar así. "Alarido" lo iban a llamar si salía con vida. Le dejé dos palitos cerca de la cara para que los usase para huir. También sé ser clemente.

No dijeron nada en todo el día. Más adelante, siguiendo las indicaciones de Alarido, nos topamos con un tío que agitaba antorchas. Ace, en moto, lo rodeo y lo tumbó de una patada. Yo había entrado en shock al querer comprobar que qué tal estaba Serpiente y no poder controlar la vorágine psíquica así que no pude oír lo que decía pero supongo que le preguntaría que qué coño hacía.

"El baile del sol" nos había revelado después el motero. Aunque no era un cocoliso y estaba entrado en carnes, parecía que también era de la secta de Destello. Al cabrón le bajamos los pantalones para ver si era un eunuco y parecía que le habían pegado un mal machetazo ahí. Qué asco. Adam le sacudió el trozo de pene que le quedaba para que hablase y nos dijo para donde tirar.

En ese momento, empezó a oler mal. Por un momento, pensé que me había cagado o algo, pero no, de debajo del bus salieron varios eunucos y tuvimos que enfrentarnos a ellos. A mi se me acercó uno ya sin mano, porque Skeeper se la había volado y le exploté la cabeza de un puñetazo. Mi puño americano era una garantía de dar buenas ostias. Los muy gilipollas se habían subido al autobús queriendo desatar a Scuak. Escupió humo por la boca y me suplicó agua. Le escupí en la boca, metí al joputa dentro y lo encerré en el tigre. Ahora le tocaría oler mierda. No quería matar a Scuak, el mejor castigo es el que uno mismo puede detallar por experiencia para escarmentar a la peña.

De noche apenas podía divisar a Ace que iba unos metros por delante. Estaba claro que no temía que le dieran un tiro en la cabeza. Eso lo haría parecer atractivo, sino tuviera él también una puta calva. Menudas pintas llevan algunos. No como mi Serpiente, que lucía esa grácil cabellera.

Le daba vueltas a la visión que tuve de Serpiente. Lo había visto patear su tocadiscos. Se giraba sorprendido y después se volvía todo negro. Luego un disparo. ¿Es algo que está pasando? ¿habrá pasado? ¿o va a pasar?

Me giré a ver al guante-pollas pero se retorcía sobre el sofá dándose placer. Puto enfermo. Skeeper parecía preocupado al oír un chinazo en la gasolina, pero en realidad estaba preocupado porque el autobús se había quedado atascado en unas rocas. Ace fue al rescate y pudimos continuar.

Fue entonces cuando nos topamos con ¿Arnold? oh, sí, me tenía completamente calada. Notaba la tensión sexual en el ambiente, pero no nos podíamos detener. Aceptamos llevarlo con nosotros porque había sido contratado por Serpiente para que hiciese hace días lo que estábamos haciendo nosotros. Su coche lo dejó tirado. Iba armado hasta arriba y éso sí que era un peligro andante.

Llegamos a lo que parecía, por fin, el campamento de los sectarios ésos. Por fin iba a poder enfrentarme a Destello y volver a casa con su pelvis. ¿Hombre o mujer? Me moría de ganas de saberlo.

Ace, que iba delante, pilló una de las antorchas que había clavadas en la arena y la lanzó contra una de las tiendas de campaña, pero no pasó nada. Me alarmé por un momento, ¿qué cojones estaba pasando? De repente, salieron un montón de cabezas de la arena. ¡Los eunucos! iban armados y nosotros estábamos bien jodidos. Arnold disparó con su lanzagranadas y repartió estopa. Ace propinaba machetazos a las cabezas peladas y yo disparaba desde la puerta del bus con mi "juguetito". En mi vida había matado tanto.

Se levantó un torbellino de arena y de él emergió un bus negro inglés. ¡Era Destello! Debíamos trazar un plan. Quise desperar a Adam, pero había muerto asfixiado por su propia ropa. Será gilipollas. Arnold tomó la ametralladora del techo del bus y se puso a disparar como un loco. Oía caer la munición sobre la carrocería. Tuve que limitarme a disparar a las ruedas del bus de Destello, pero no conseguí nada.

Skeeper puso el bus a la altura del negro y trató de disparar al conductor, el mismísimo o mismísima Destello, pero el cabrón o cabrona se protegía con los eunucos. Salé al interior por una ventanilla rota. Los iba a joder pero bien.

Dentro de este bus había dos eunucos mirándome. Uno de ellos sostenía un arma, pero le lancé una mirada seductora y quedó como paralizado. Les reventé la cabeza con mi arma a base de bien. Entonces me percaté de que Skeeper había conseguido por fin dispararle a Destello en toda su jeta. El bus se desestabilizaba y salté de nuevo al nuestro.

Sacamos al cabrón o cabrona de Destello del bus y le bajamos los pantalones. Al ver lo que había seguí sin saber si llamarle cabrón o cabrona. Tenía como un clítoris hinchado formando una extraña polla. Que puto asco.

Pero algo llamó mi atención después de ver esa no-polla-no-vagina: sobre ella había un nombre tatuado. Serpiente. Grité como nunca.

Ace me acercó la foto que Adam había visto en la vorágine psíquica. Al lado de un joven Destello, estaba él. Una versión joven de mi Serpiente. ¿Acaso mi amado me había enviado a propósito a este sitio para que descubriera su secreto? ¿o pensaba que íbamos a morir aquí? Esta claro que está muerto. Se va a cagar en todos mis muertos.

Regresamos sin complicaciones a Hotel California. Con Destello clavado al capó con cuchillos cortesía de Arnold. Serpiente vino a recibirnos. Y le volé los sesos.

Mi mente, inesperadamente, entró en la vorágine psíquica. Me sentí liberada. Nunca me había sentido tan bien. Ni teniendo sexo con amor. Sabía que había hecho lo correcto.

La gente lo flipaba cosa fina, sin hacer nada por precaución. Desclavé a Destello del autobús y lo mostré a todos. La gente señaló la pelvis. Y el nombre que había tatuado en ella. Se burlaron y en cierto modo, quitaron importancia al hecho de que había volado los sesos a nuestro líder.

Y ahora necesitarían a otro. O a otra. A mí misma, ¡qué demonios!