Se cumple apenas un año de la condena cuando nos dicen que somos libres. Fuimos condenados por ser miembros de una organización delictiva, a otros de los nuestros, además, se les imputa el asesinato de un diplomático del planeta Laguna.
No sé exactamente qué ha pasado, pero la organización entró en bancarrota y no sé qué va a ser de mí. Los retrogenéticos no tenemos mucha salida en un Pandominio hipercontrolado por el gobierno. Somos la excepción de cualquier regla o norma, con total libertad para pensar y vivir, pero esclavizados por nuestra independencia, que nos obliga a ser parte de organizaciones como Space-Russafa.
Esclavizados para ser meros transportistas, carne de cañón o, como en nuestra última misión, observadores internaciones. Nos iban a pagar 200 créditos solamente. Todo era llegar a Laguna, dar una vuelta por el planeta, quizás entrevistarnos por un par de teraborgs y con la monarquía, y volver a Janssen con un informe que nos acabaría dictando la empresa.
La realidad es que en Laguna nos ofrecieron unos planes muy diferentes. Un noble apellidado Alde nos interceptó en pleno astropuerto orbital dándonos identificaciones especiales y nos pidió que fuésemos a su palacio. Como ilusos, no desperdiciamos la posibilidad de ganar un extra por una misión sencilla y que tampoco nos desviaba de nuestro objetivo principal.
El señor Alde nos recibió con un gesto arrogante, como si nos hubiera pagado entonces para que le lamiésemos las botas. Nos llevó a la habitación de su hija, de la que supimos poco después que había desaparecido, y culpaba a la familia Deida, sus rivales políticos y actuales monarcas.
¡Estúpidos teraborgs! esos lagartos espaciales que se creen tan inteligentes e importantes por tener acceso a la tecnología de portales. Esta vez se habían pasado tres pueblos, ¡habían invadido el planeta! Pero a nadie parecía importarle, qué les iba a importar si todos esos don normales genéticamente no pueden ni tan siquiera desarrollar pensamiento crítico. Al parecer a nadie le parece oportuno y sospechoso que se descubriera unas ruinas teraborgs en el planeta y que esta información se publicara con total naturalidad.
La hija del señor Alde, como supimos, simplemente estaba enamorada de uno de los Deida y que su desaparición no afectaba a su integridad física o moral, sino que atendía a deseos románticos y el querer abandonar un planeta con rígidas costumbres y un padre que era un grano en el culo.
Mis compañeros estaban más entretenidos en husmear y en dejar en evidencia al señor Alde, un padre irresponsable y del que sospechaban vinculaciones con la invasión teraborg, que cumplir alguno de los objetivos que teníamos en Laguna.
Cuando empezaron a apretar los gatillos, yo ya había salido. Cuando descubrieron que los planes de Alde eran ser el próximo monarca y que había traicionado a todo su planeta con hacerse con el poder implicando a los teraborg, yo ya estaba en la carretera. Alde y cinco teraborgs fallecieron en el ostentoso palacio del que yo había salido.
La empresa Space-Russafa fue acusada de ser una organización criminal. Tuvieron que pagar sumas millonarias al gobierno en concepto de multas e indemnizaciones. Destituyendo a nuestra jefa Tane y perdiéndole de vista. Nos llevaron a un cuarto oscuro y no nos dejaron salir hasta que confirmamos todo lo que habíamos hecho en esa y otras misiones.
Ahora que estoy fuera, respirando el aire de puro de Janssen de nuevo, me llega un correo electrónico. Una misteriosa empresa me cita en Galatrimis, un planeta deprimente, sucio y aislado. Es probable que haya misiones nuevas para mí y para mis compañeros.
El nombre de la nueva empresa, el logo… todo me produce un escalofrío. Parece sacado de una mala películas de zombies.
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