lunes, 24 de abril de 2023

La carpeta azul

A Lucas018882 le gustó tu contenido. «Contenido». Su contenido era una foto, generada por IA. Usó como prompt las palabras «pájaro colorido» y «fondo dibujado por Van Gogh». La inteligencia artificial había creado una imagen muy vistosa de un pájaro en primer plano, con colores vívidos, sobre un cielo hecho con «trazos gruesos, como si se pintase con el exceso de pintura del pincel» como definía ella a los paisajes del maestro neerlandés. Era tan llamativo, que todo el mundo obviaría como las plumas de la cola del ave se fusionaban con el fondo, evidenciando el uso de una herramienta que creaba sin saber qué estaba creando.

En la aplicación la gente compartía su «contenido». Vio un video donde una gaviota bailaba sobre una barra de bar, otro donde un chico hablaba empleando un filtro que hacía que su boca pareciese un pico, una foto de una chica con la cola de un pavo real… el tema de la semana estaba ahí y la gente no hacía otra cosa que no fuese hacer que una IA desperdiciase su potencial en alimentar la maquinaria de las redes sociales.

¿Qué estás haciendo? Le dijo una voz que ignoró para continuar bajando y bajando, pasando el dedo pulgar por la pantalla. Seguiría viendo el «contenido» que generaba el resto de usuarios que desperdiciaban su tiempo allí. Imágenes, fotos, videos… donde lo real era retorcido y falso. Un escenario de cartón piedra donde ni tan siquiera las personas eran reales. Probablemente Lucas018882 ni tan siquiera existiera, probablemente era un bot para que la gente como ella sintiese que le están prestando atención. Ella sabía que tampoco se correspondía a la imagen de su foto de perfil. Ella no era la chica con ese rostro tan perfecto, sin arrugas, sin esa cicatriz que tanto odiaba y le hacía ver hacia otro lado cuando se lavaba la cara por las mañanas y se veía inevitablemente en el espejo.

Todo es falso. Le dijo esa voz que volvió a ignorar. Fue al generador de imágenes y dio las indicaciones «gato» y «ovillo». Tardó dos segundos en mostrar la foto de un gato naranja jugando con un ovillo violeta. Subió ese contenido. La reacción de Ramirooo2 y PosyWorkshop fueron contundentes «los gatos están pasados de moda, déjalo» y «menuda pringada». Esos dos mensajes fueron la antesala del odio. Acabó borrando la imagen, castigada por comentarios envenenados, que fueron multiplicándose. Generó entonces otro ave, con indicaciones genéricas. Dos likes. La ansiedad subía, pero menos que la reacción hostil previa.

La alarma del móvil le avisó que llegaba tarde a su clase de la universidad. Encendió el programa de videollamada y al otro lado estaba su profesor de Mecánica de Fluidos. Era un boomer. Hacía cosas como preguntar si se le oye o si se le ve a una audiencia de tres personas entre las que se encontraba ella. Pero nadie respondió. El profesor se aclaró la voz y continuó con su explicación, primero entusiasta, pero que poco a poco se volvió monótona, de asumir que lo que dices no le importa a nadie.

Aún a pesar de estar en clase, no era capaz de soltar el móvil. Porque estás enganchada y deberías dejarlo. Le dijo esa voz que no llegaba a escucharse, como si emitiese en una frecuencia fuera de rango. Entró a leer una conversación donde se discutía si una persona le copiaba los memes a otra persona. Memes que consistían en imágenes de series sitcom con letras por encima, formando un chiste, que ella ya había visto hacia años, pero por el motivo que fuera, estaba mal compartirlo en el mismo lapso de tiempo que cuando lo hacía otra persona.

El profesor se despidió de sus alumnos. Se veía agotado, triste. Es entonces cuando esa voz de la conciencia que había rondado a su alumna entró en su cuerpo y a través de la boca de este hombre dijo, con una franqueza que hizo que ella soltase el móvil por primera vez desde que se despertó ese día: «Estáis desperdiciando vuestra vida». Lo soltó y cayó al suelo.

A partir de ese día, el móvil se encendía y apagaba a ratos. El primer día funcionó las diez horas de su batería, a la semana duraba nueve horas y al mes solamente tres. Tampoco es como si ella pudiese comprar otro. Seguía consultando las redes sociales en el ordenador, pero no cuando estaba fuera de casa. Y fue algo que agradeció. 

El azul del cielo era más brillante que en cualquiera de las imágenes generadas por IA. Igual era el mismo tono, misma luz y contraste, pero el real tenía una magia que no podría imitar una máquina. Al sentarse en la parada del autobús apreció que enfrente había una finca con gatos. Grises, marrones y uno blanco. No jugaban con ovillos, sino que descansaban al sol. El sol daba calor y transmitía más que ese video del sol saltando a la cuerda que tanta gracia le hacía.

Al llegar a casa, no quiso sentarse en el ordenador. En su lugar, cogió una hoja de papel y dibujó un gato. Un gato gordo, peludo, no proporcionado y de largos bigotes. Ese dibujo le pareció que rompía todas las reglas. No era la semana de los gatos. Ni tan siquiera recordaba qué tema estaba de moda ahora para generar «basura». A Lucas018882 no le gustaría esa basura. Y Ramirooo2 y PosyWorkshop y todos esos nombres ridículos, no podrían verlo, ni juzgarlo, ni imitarlo. Cada trazo en ese papel era suyo, hecho con un viejo lápiz. Sintió la adrenalina de romper todo lo establecido.

Empezó a dibujar por las calles, con su carpeta azul debajo del brazo. Como si estuviese haciendo un acto revolucionario. Y enseñaba los dibujos a la gente, que no era capaz de apartar la vista de ellos. Muchos volvieron a pintar y a sentir la realidad después de ese día. Ella fue la voz de la conciencia de mucha gente.

1 comentario:

  1. Un relato super bonito que siempre viene bien para el enganche a la tecnologia, los likes y demás. Un soplo de "disfruta" que siempre viene bien. Aunque me he quedado con la duda el user de PosyWorkshop es un tío que se cree Marine Espacial y solo gasta dinero en Warhammer???

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